¡Bienvenid@!

Tal vez usted es de aquellas personas que siendo niños -o aun de adulto- ha vivido en una familia de padres narcisistas [Ver más explicación]; o quizás es de aquellas personas que tiene o ha tenido en su vida (familia, trabajo, lugar de estudio, etc.) un encuentro o relación con un psicópata o un narcisista, un psicópata "compensado" o un sociópata violento [Ver más explicación]. Si usted intuye que es de alguna de aquellas personas, entonces ha llegado al lugar correcto.


Este blog le proveerá con información y links. Recolectaremos artículos que reflejan de mejor forma la historia y el estado del conocimiento de estos temas, así como material de investigación que esperamos sea útil en algunos asuntos que hasta ahora han permanecido en la oscuridad.


Este blog es la creación de un grupo de sobrevivientes, algunos de los cuales son profesionales en las áreas de la medicina, pero tenemos las intenciones de permanecer anónimos. No nos consideramos profesionales en psicología. Nuestra única intención es compartir nuestra investigación. Este blog no es acerca de nosotros, sino más bien, acerca de usted.


¿Es usted un sobreviviente de un encuentro o relación con un psicópata o narcisista? Está todavía esclavizado, comprometido en la lucha de vida o muerte?


Hay una salida.


Esperamos poder compartir con usted algunos de los secretos de escapar y sanar, de hacerse libres de esas características que hacen a los seres humanos normales víctimas ideales de personas con anomalías psicológicas que merodean nuestra sociedad; monstruos entre nosotros.


Una vez sabiendo lo que son, cuáles son sus debilidades y sus fortalezas, las técnicas que utilizan para paralizarle y drenarle de energía, una vez que sepa que no está loco/a y que sobre todo, no está solo/a, puede comenzar el proceso de vivir otra vez. ¡La mejor venganza es una vida buena y plenamente vivida!


Todo comienza con conocimiento; usted puede saber la Verdad, y la Verdad le hará libre.


http://psicopatia-narcisismo.blogspot.com/

NOTA IMPORTANTE: El equipo de este blog no necesariamente comparte ni promueve los puntos de vista y opiniones expresados en los artículos o comentarios publicados en este espacio. Nuestra única intención es compartir nuestra investigación y alentar a nuestros lectores a que también se informen acerca de los temas tratados, que lean sobre el tema en otras fuentes, y que busquen a un terapeuta si lo consideran necesario. Del mismo modo, nuestras opiniones no son más que eso, y rogamos no las tomen como un consejo profesional. Nada puede suplantarlo. Somos simples ciudadanos interesados en este tema, y no pretendemos tener todas las respuestas. Las estamos buscando, como muchos de ustedes. Para más información, los invitamos a leer Carta para nuestros lectores: próximos artículos


miércoles, 26 de mayo de 2010

Toma de decisiones y aplazamiento de la gratificación

Stephanie Donaldson-Pressman, Robert M. Pressman
Narciso y Eco. El Sistema Narcisista Original
El Modelo de la Familia Narcisista - Capítulo VII
La Familia Narcisista - Diagnóstico y Tratamiento
Editorial: Jossey-Bass


Los adultos que han sido criados ya sea en un sistema de familia abiertamente o encubiertamente narcisista han aprendido a no confiar. Tal vez tengan una serie de comportamientos que etiqueten de confianza – incluyendo una forma poco juiciosa de darse a conocer ante los demás, la creencia inmediata y total en lo que otra persona dice sin datos que lo respalde, o la ingenua creencia que otra persona pueda cubrir todas sus necesidades o resolver todos sus problemas – pero cuando estas relaciones se resquebrajan (como invariablemente sucede), vuelven a su antigua visión del mundo: “no puedo confiar en nadie, porque siempre que lo hago, salgo herido”.


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La confianza genuina es algo que se aprende en la niñez. Desde luego, la familia narcisista no es un buen lugar para aprender a confiar ya que a los niños no se les proporciona la oportunidad de aprender acerca de sus sentimientos y necesidades de manera consistente y por tanto no pueden aprender a confiar en si mismos – sobre su validez, percepciones, carácter, singularidad, habilidades o valor. Sin la confianza esencial (en si mismos), la toma de decisiones que involucra la habilidad de realizar planes a largo plazo (la cual se basa en el aplazamiento de la gratificación) se vuelve difícil. Ponerse a trabajar hacia una meta sin obtención de gratificación inmediata significa que uno confía en el resultado final: la confianza en si mismo de lograrlo, y confianza en que los demás no “cambien las reglas” o presenten obstáculos insuperables.

En la familia narcisista, las cosas suceden más o menos según el capricho de los padres. Se hacen promesas, pero tal vez no se cumplan. Además, es difícil para el niño predecir si una promesa en particular se va a cumplir, porque él o ella no entienden que la base de la toma de la decisión depende de las necesidades de los padres. Considere el siguiente ejemplo:

Billy: ¡Papá! ¡Mamá! Tengo aquí mi calendario de partidos de béisbol. ¿Pueden ustedes asistir a todos mis partidos este año?
Papá: Claro que si campeón. ¡No me perdería la oportunidad de ver a mi chico convertirse en estrella!
Billy: Papá, no soy exactamente una estrella. Juego fuera de campo.
Papá: Bueno, trabaja duro, y pronto serás el lanzador.
Billy: ¿Realmente irás a todos mis partidos? ¿De verdad?
Papá: Claro que sí. Siempre que podamos.
Billy: ¿También Mamá?
Papá: Cielos, Billy…hemos dicho que ahí estaremos.

La promesa es que Mamá y Papá asistirán a todos los partidos de béisbol de Billy. Esta promesa se repite en cada partido para los siguientes cinco partidos; se cumple en ocasión de dos partidos, y en los otros tres no. Billy no puede predecir si realmente sus padres estarán en determinados partidos o no, porque siempre prometen ir pero a menudo no van. No entiende porqué vienen o no vienen. No parece estar relacionado con el clima, ya que una de las veces que se presentaron hacía un tiempo, pero otra vez estaba lloviendo. Tampoco está relacionado con la enfermedad puesto que Mamá tenía la gripe en un día soleado pero de todos modos fue. Billy aprende de esto que no puede confiar en planes a largo plazo, en la palabra de sus padres, en su capacidad de influenciar de manera positiva su entorno y por tanto a si mismo.

Lo que Billy no entiende es que en las ocasiones en que Mamá y Papá se presentaron, sus necesidades accidentalmente coincidieron. La ocasión en que Mamá tenía la gripe, ella y Papá se encontraron con amigos en el partido. La vez que fueron lloviendo, parecían “superpadres” que fueron aprobados por el entrenador por estar ahí a pesar del mal tiempo. Las veces que no fueron, fue porque no les suponía recompensa alguna. Como no querían ir buscaron excusas, y se disculparon, le pidieron a Billy que lo entendiera, y se irritaron y al final se enojaron porque él no lo entendía. En ningún momento tomaron en serio su necesidad de tenerlos ahí, o en su necesidad de poder contar con ellos y confiar en sus promesas. Por tanto nunca pudo relajarse o hacer planes a causa de la aparente inconsistencia de sus padres.

En un sistema familiar saludable, los padres hubieran preguntado a Billy si quería que asistieran, hubieran toma en consideración su necesidad expresa (sea lo que fuere) y hubieran hablado de forma realista de sus propias limitaciones. Contrasten con la manera en que los padres de Johnnie manejan la misma situación.

Johnnie: ¡Este será un gran año! ¡Tenemos el mejor equipo de la liga! Y sé que estaremos en la final este año. ¿Tú y Papá vendrán a mis partidos, cierto?
Mamá: ¿Te encantaría tenernos ahí, verdad? ¡Es lindo saber que los padres son requeridos!
Johnnie: Es más divertido cuando sé que están ahí. Me hace sentir - importante, creo.
Mamá: ¡Eres importante – creo!
Johnnie: (riendo) ¿Bueno, pueden ir a todos mis partidos?
Mamá: No lo sé, cariño. Depende de cuántos partidos coinciden con el trabajo. Tengo una idea: porqué no traes tu calendario y podemos echarle un vistazo y marcamos los partidos en el calendario de la cocina. Entonces podemos planear quién puede ir a determinados partidos. ¿Está bien?
Johnnie: Si. Esa es una buena idea. ¿Pero qué hay de los partidos cuando estés trabajando?
Mamá: ¿Bueno, porque no piensas en algo para que te sientas importante en esos partidos también?
Johnnie: ¿Como qué?
Mamá: ¿Acaso me parezco a Johnnie? ¡Dímelo tú!!
Johnnie: ¿Bueno…quieres decir algo como…llevar a un amigo? ¿O salir a comer pizza después?
Mamá: Si. Algo como eso. Estoy segura que podremos arreglar algo. Por cierto – seguiría estando orgullosa de ti, aún y si no llegaras a la final. Estoy orgullosa de ti ahora mismo.

En este escenario motivaron a Johnnie para que expresara sus sentimientos y deseos que fueron validados por su madre. Recibió un trato respetuoso y realista: Ahora sabe con lo que puede contar – está marcado en el calendario. No ha sido ignorado y tampoco le han puesto el mundo a sus pies. Sabe que es valioso por si mismo, no sólo por sus logros. Le dieron la oportunidad de hacer algunos planes por su cuenta. Si los padres se adhieren a este calendario con cierta frecuencia, Johnnie aprenderá a confiar en ellos, en si mismo y recompensas a largo plazo.

Sin embargo, los Billys de este mundo, tal vez no desarrollen esa confianza esencial. Puede que Billy aprenda, justo como la canción que “el mañana nunca llegará”: ¡si realmente quieres algo, es mejor que lo agarres ahora mismo! (1)

El Arreglo Instantáneo

Las familias disfuncionales producen personas que necesitan gratificación inmediata – el “arreglo instantáneo”. Estas personas no tienen confianza en su capacidad esencial para triunfar, así que buscan maneras inmediatas para hacerles sentir mejor; comida, alcohol, gastar dinero, y el sexo siendo las más comunes. Todos estos “arreglos” pueden llevar a sentimientos de auto-aborrecimiento y depresión, lo cual lleva a la necesidad de más arreglos para salir de la depresión, lo cual lleva a más depresión. Como lo mencionó un paciente: “Tuve que beber para resolver los problemas causados por la bebida”.

En una era de soluciones en treinta segundos de televisión, imágenes de cuerpos poco realistas, violencia aleatoria en la vida real (aún a nivel de educación primaria),control escaso de armas, preocupación por el sexo y la violencia en los medios y en la industria del entretenimiento, accidentes nucleares, discriminación institucionalizada, fuerzas policíacas fuera de control y la decadencia de la religión organizada y del núcleo familiar, los arreglos instantáneos no sólo son alentados sino que resultan muy atractivos. Todas estas personas que hemos tratado tienen problemas con el aplazamiento de la gratificación, y todas tienen problemas con al menos uno de los “Tres Grandes Sustitutos”: alcohol y drogas, comida y despilfarro de dinero. Después de todo, en un universo escalofriante y caótico, uno cuenta con lo que más fácilmente puede controlar.

Incluso a principios del siglo pasado, Jung escribía acerca de sus preocupaciones con la dirección que la sociedad estaba tomando: el alejamiento de la educación espiritual hacia comportamientos auto-destructivos.

Todas las eras anteriores creían en dioses de una forma u otra. Sólo una potenciación sin paralelo del simbolismo podría permitir que redescubriésemos a los dioses como factores psíquicos, es decir, como arquetipos del inconsciente (2).

Al relacionar las teorías de Jung con la presencia creciente de adicciones orales (desórdenes alimenticios, abuso de alcohol, fumar) nos da a todos los que como nosotros trabajan en el campo de la salud mental mucho que pensar. Alargaríamos esta tesis para incluir a la familia narcisista. Dentro de esta estructura familiar, no es posible que el niño tenga confianza en la constancia o curso de acciones de los padres, ya que ignora sus motivaciones. Entonces, sólo queda orientado hacia el desarrollo de creencias que le permiten controlar el exterior – comida, drogas, gastar y sexo.

Tratamos con un número significativo de adultos procedentes de familias narcisistas que son bulímicos. Su patrón más común no es llenarse de comida y después purgarse, sino llenarse de comida y hacer dieta. Necesitan el arreglo instantáneo, así que se llenan de comida; después se sienten culpables y avergonzados, así que pasan hambre. Entonces se sienten privados y deprimidos, entonces comen de nuevo para sentirse bien. Ya que están siendo motivados por el exterior además de la escasa percepción de su valía inherente, observan imágenes de modelos o de mujeres en la televisión y se sienten poco atractivos, y vuelven a pasar hambre. Con muchos de estos pacientes se trata de un patrón de alimentación de por vida (3). Están reacios a mencionarlo en terapia. Racionalizan que no es peligroso, ya que no vomitan. Creemos que también temen que el terapeuta los obligue a renunciar, y no conocen otra manera de vivir. En el curso de la terapia, es importante que los terapeutas exploren los patrones de estas personas en las áreas de los “tres grandes sustitutos”, ya que a menudo, sólo el establecimiento de una relación terapéutica sólida puede impulsar a los pacientes a vencer su vergüenza y confesar dichos comportamientos disfuncionales.

Distorsión de la Realidad

Por su carencia esencial de confianza, muchos pacientes de hogares narcisistas no tienen fe ya sea en las metas a largo plazo o en su habilidad para sostenerlas. La baja auto-estima conforma el problema. Luego, como si todo esto no fuera suficiente, tienen con frecuencia una visión seriamente distorsionada de la realidad. Tienden a ver a los demás como más atractivos, más capacitados, más todo de lo que son. Para ellos, es inconcebible el que cualquier otra persona pueda sentirse insegura, o impopular, o gorda, o cualquier otra forma de sentirse “menos que” a como se sienten ellos. ¡Es irónico que los adultos procedentes de familias narcisistas sean más egocéntricos con su preocupación de inferioridad que con cualquier otra cosa! Están convencidos de ser defectuosos de forma especial y única – que mientras los demás cometen errores ocasionales, sólo ellos comenten errores imperdonables. Estas personas lo creen realmente y creen de verdad en el cuento de hadas sobre la Familia Brady (o la Familia Cosby), la “familia de los demás”. Cuando encuentran dificultad al enfrentarse a algo, suelen estar convencidos que cualquiera en una situación similar, lo haría o hubiera podido hacerlo mucho mejor.

Por tanto, como mencionamos en el Capítulo Cuatro, efectuar la comprobación de la realidad constituye una parte significativa de la terapia entre estos pacientes. Es asombroso enterarse de las suposiciones erróneas que asumen, contra las que se miden ellos mismos posteriormente incrementando así su propia carencia.

La Historia de Bárbara. Bárbara es una bibliotecaria de cincuenta años que inició terapia por su problema generalizado de ansiedad. Fue criada en un hogar étnico altamente funcional, donde los niños eran tratados como príncipes y las niñas como si fueran invisibles.

Como niña adulta de una familia encubiertamente narcisista, Bárbara no recuerda haber recibido nunca un cumplido. Fue una estudiante perfecta, fue a la universidad con beca, obtuvo un trabajo una vez licenciada, y continuó trabajando hasta que se casó y tuvo dos hijos. Cuando se divorció, crió a los pequeños por su cuenta. Los dos hijos fueron ejemplares; Barbara nunca le pidió ayuda a sus padres que tampoco se la ofrecieron. Todavía seguía siendo la “hija buena” (visitando a los padres cada domingo, haciendo sus compras en el mercado, cuidándolos en la enfermedad) y tratando de obtener reconocimiento de sus padres cuando se presentó en terapia.

Barbara progresó rápidamente en terapia, y fue en su última visita que “confesó” su verdad más vergonzosa – no tenía amigas intimas. Su terapeuta se quedó sorprendido con esta revelación, a decir verdad, ya que Barbara parecía tener un amplio círculo de amigas, haciendo a menudo referencias a citas para el tenis, desayunos, viajes de compras- todo tipo de eventos sociales, así como contactos telefónicos frecuentes. Cuando se le cuestionó, Barbara sollozó, y habló de una película llamada Una Mujer Soltera que había visto a comienzos de los setenta (4). Según Barbara, en esta película la heroína, una mujer en proceso de divorcio, tenía un grupo de tres amigas con quienes se veía cada viernes por la noche en el mismo restaurante, y se contaban entre ellas todos los detalles de sus vidas íntimas, y se ayudaban mutuamente todo el tiempo. Sin importar lo que estuviera sucediendo en sus vidas, este grupo de amigas cuando se reunían se involucraban emocionalmente al cien por cien las unas con las otras.

Después de ver esta película de fantasía Hollywoodiense de 120 minutos, Barbara sacó conclusiones acerca de su propia valía y de sus relaciones: no era una buena amiga, no tenía amigas de verdad, y todas las demás mujeres tenían amistades como las que observó en la película. Veinte años después, esta mujer inteligente y educada se impresionó al enterarse que eso simplemente no era cierto. No sólo no pertenecían todas las mujeres a un grupo como ese, sino que el terapeuta no conocía a ninguna mujer así. Barbara dejó la sesión sintiéndose en la cima del mundo. ¡Era bueno dejar de tener esa ansiedad penetrante, y hay más aún, era mejor saber que tenía muchas buenas amigas! Era probablemente la información más relevante que Barbara obtuvo de la terapia, y poco faltó para que no la tuviera.

Expectativas Poco Realistas

Como observamos en la historia de Barbara, una visión distorsionada del mundo lleva a los adultos de familias narcisistas a tener expectativas poco realistas para ellos y para los demás. Cuando combinan esto con su falta de confianza en los resultados a largo plazo y su inhabilidad para establecer límites realistas, estas personas frecuentemente se caracterizan a si mismas como cobardes, indecisas o perezosas. Su ya baja auto-estima se hunde aún más porque no pueden llevar un proyecto a cabo. Estas son algunas de las descripciones personales que hemos escuchado de pacientes:

“¡Soy un emprendedor olímpico – pero no puedo acabar nada!”
“Soy la reina de los proyectos sin acabar”
“Creo que soy un débil. Cuando las cosas se ponen arduas, huyo”
“¡Inicio proyectos con muchísimo entusiasmo! Pero luego – no sé- simplemente pierdo interés”
“Es como si juntara el valor y empezara. Pero luego, tan pronto como surja el más mínimo problema, o si alguien no se comporta adecuadamente, aplaudiéndome, pierdo el interés. Me asusto. Tengo que comenzar otra cosa.”
“He hecho una carrera de ser el número dos.”
“Tal vez soy genéticamente anormal. Me falta el gen de la tenacidad”.
“¡Me odio por ser tan perezoso! Todos parecen poder hacer sus cosas. Lo intento, pero no puedo. Creo que soy una perezosa holgazana” (Este era el apodo frecuente que la daba su madre).

Mi Viejo Yo, No Es De Fiar

Es interesante, después de escuchar a un paciente recitar su letanía familiar sobre lo cobarde, desconfiado, débil y perdedor que es, preguntarle si es posible que sencillamente haya cambiado de opinión. Pudiera ser que, basado en la información que obtuvo después de iniciar el proyecto (ganchillo, curso de belleza, escuela de abogados o la armada), se diera cuenta de que aquello no coincidía con sus expectativas en aquel momento y que ese fuera el motivo por el que lo abandonara. Pudiera ser que esta información fuera difícil de verificar antes de comenzar y experimentar el proyecto (por ejemplo ¿alguien ha hecho algún estudio sobre estudiantes de medicina que han abandonado porque descubren que no pueden soportar ver tanta sangre? ¿Cómo hubieron podido saberlo antes de incorporarse en la escuela de medicina?) Tal vez lo que el paciente hizo fuese emitir un juicio maduro y adulto basado en una información nueva.

En realidad, estas personas no están educadas para conocerse. Están criadas para conocer a los demás, para ser capaces de predecir lo que los demás esperan de ellas, y cumplir (o incumplir) esa necesidad explícita o implícita. Por consiguiente, intentan muchas cosas para las que no están preparadas. Durante la época de niñez o adolescencia, cuando los demás niños estaban ensayando varios tipos de comportamientos, provocando desastres y aprendiendo lo que funcionaba en el mundo y lo que no, ellos estaban atendiendo a las necesidades emocionales de los padres. Pero mientras que no pudieron experimentar e intentar cosas nuevas en aquel entonces, ahora sí lo pueden hacer.

Las expectativas poco realistas (vea la sección anterior) sostenidas por muchos niños adultos de familias narcisistas son un campo fértil para meterse en compromisos exagerados de tiempo y energía. Según pensaba uno de nuestros pacientes, si todos pueden hacer estas cosas – trabajar a tiempo completo, criar a dos hijos, mantener la casa, ser el tesorero de la Asociación de Padres y Maestros, liderar una tropa de los boy scouts, dar clases en la escuela de religión, postularse para consejero del pueblo, hornear su propio pan y terminar su maestría – entonces él también debería ser capaz de hacerlo. Cuando se volvía imposible ejecutar todas estas tareas, se sentía desplazado. Sin embargo, la realidad era que sus expectativas fueron poco realistas, no que haya sido deficiente. El trabajo del terapeuta en aquella situación consistió en reflejar la realidad al paciente para ayudarlo a decidir (1) cuales de los compromisos eran esenciales (2) cuales proveían tal grado de satisfacción personal que sería contraproducente abandonarlos, y (3) cuales debía abandonar.

En este caso, el paciente citó el trabajar a tiempo completo y ser madre como compromisos esenciales, y que terminar su maestría era tan “satisfactorio para el alma” que de verdad no quería renunciar a ella. Durante un periodo de dos meses, renunció a todos los demás compromisos. Se estableció una lista de tareas para que el resto de la familia hiciera la limpieza y la mayoría de la comida (no coincidían con sus criterios por lo que tuvo que soltar las riendas en cuanto a sus exigencias), renunció a la candidatura para consejero del pueblo, y encontró a otras personas que cubriesen sus actividades voluntarias. Incluso localizó una tienda que tenía una buena selección de panes. Sin mucha sorpresa, la paciente encontró que era capaz de completar tareas – ahora que tenía un número de tareas más razonable que atender.

Parte de la toma de decisiones de forma responsable depende de la habilidad para cambiar la forma de pensar ante informaciones nuevas. No habría progreso en ningún ámbito del esfuerzo si esto no fuera cierto. Resulta pues lógico que las personas deben de comprender que para cualquier situación determinada existen varias opciones viables a tomar en consideración.

Opciones y Consecuencias de la Toma de Decisiones

Comentábamos que los adultos criados en familias narcisistas son personas “todo o nada” (vea Capítulo Seis). Las cosas se ven desde un punto de vista blanco o negro, bueno o malo, con una postura moral que presupone la existencia de una respuesta buena (y mala) o solución para virtualmente cualquier situación. Metafóricamente, están buscando algo en la escala cósmica que clasifique todos los sentimientos, pensamientos y acciones desde el uno (menos aceptable, malo) al diez (muy aceptable, bueno). Estas son personas cuyo vocabulario diario está salpicado de “debería”. Para personas con esta orientación, el concepto de cometer un error y olvidarlo o aprender de él es absolutamente ajeno. Un error es una cosa mala o equivocada, con fuertes connotaciones de inmoralidad o inclusive de pecado. Si uno comete un error, uno es un error; es otro ejemplo más de la baja auto-estima y deficiencia fundamental. Los sentimientos son irrelevantes. Hacer lo correcto – adivinar acertadamente, cubrir las necesidades de los demás, obtener aprobación – es lo que importa.

Para estos pacientes, el concepto de tener un menú de opciones entre las cuales escoger es ajeno, por no decir extraño. Las opciones no son oportunidades de éxito sino meramente múltiples oportunidades para cometer errores. Después de todo, debe de haber tan sólo una respuesta correcta a cada pregunta. (Con esta actitud, los individuos criados en familias narcisistas deben de ser pobres estudiantes de filosofía.)

Por consiguiente, reconocer que hay opciones a considerar en virtualmente cada situación implica un salto tremendo dentro de esta construcción de pensamiento moralista, (blanco o negro); que esas opciones conllevan consecuencias en si; y que la base de una decisión inteligente depende de la medición de la eficacia de cada opción, teniendo en cuenta como le afectará a uno estas consecuencias – no debatiéndose entre lo acertado o equivocado de una decisión, según estándares externos. Por ejemplo, siempre que usa la palabra “debería”, el paciente esta considerando la decisión en base a un estándar externo, en vez de sus necesidades internas. En nuestra práctica, les decimos a los pacientes que el “debería” en realidad significa “no quiero, pero ellos quieren que lo haga”. El modelo “debería” en la toma de decisiones está muy arraigado en la familia narcisista, donde todas las decisiones se basan en llenar las necesidades de los demás, en vez de las propias.

Como hemos dicho, el concepto de que la vida es una serie de opciones que arrastran consecuencias inherentes no es parte del ambiente cognitivo perteneciente a la familia narcisista. Experimentan una vergüenza tremenda recordando cosas “malas” o “estúpidas” que hicieron en el pasado, sin comprender que llegaron a tomar esas decisiones debido a un largo período de experiencias y entrenamiento. Lo que realmente sucedió es que hicieron la mejor elección que pudieron en base a las opciones que disponían entonces. Estos productos de sistemas narcisistas tienen sin duda menos opciones a su alcance en cualquier momento dado que una persona criada en situaciones familiares más saludables. En familias saludables, los jóvenes van recibiendo crecientes poderes para tomar decisiones a medida que se van haciendo mayores, para que así tengan la oportunidad de experimentar tanto el éxito como el fracaso basado en decisiones tomadas libremente. Este es un concepto a menudo difícil de comprender para los pacientes. Es mucho más sencillo seguir viéndose deficientes y culpables.

La historia de Lennie. Lennie es una mujer delgada y bastante guapa de veinticinco años que trabaja como gerente para una pequeña compañía de software. A la edad de dieciséis años vivía en casa (en un sector pobre de una ciudad industrial del medio oeste) con su padre que trabajaba como obrero en una fábrica, y su madre, ama de casa y tres hermanos. Una noche entró en un bar desafiando un reto que le habían lanzado sus amigos. Ahí conoció a un hombre de veinticuatro años llamado Bill. Aquella noche, Bill se fijó mucho en ella, la siguió a casa, y después se presentó en su escuela, y finalmente la sedujo presionándola para que se escapara con él. La llevó al suroeste, donde vivía con su hijo de edad preescolar, producto de su anterior matrimonio. Durante los casi siete años que estuvieron juntos (finalmente se casaron), la golpeaba y violaba, la aisló junto con el niño, y le prohibió tener amigos o tener contacto con su familia. Durante ese tiempo, la familia de Lennie no hizo intento alguno por contactarla.

Después de varios años, se dio cuenta que Bill “tenía problemas con el alcohol y la cocaína”. Cuando el hijo ingresó en el cuarto curso, Lennie consiguió convencer a su esposo para que la dejara trabajar. Ahí se relacionó con un amigo que la llevaba a reuniones del AI-Anon (grupo para familiares de alcohólicos, N. del T.) durante la pausa del almuerzo, y con el tiempo Lennie se dio cuenta que se encontraba en una situación destructiva, se mudó, y demandó el divorcio.

Cuando Lennie se presentó en terapia, estaba abrumada por la vergüenza y sufriendo una severa depresión. Quería descubrir “qué estaba mal” – cuando en realidad quería decir “porqué se encontraba mal” para no volver a entablar una mala relación. Mediante la terapia, Lennie finalmente se permitió experimentar la pérdida de su hijastro (a pesar de haberlo criado desde los tres hasta los diez años, como madrastra no tenía derecho ninguno, ni siquiera para visitarlo). Entonces fue animada por su terapeuta a explorar otras pérdidas que pudo haber sufrido en su vida.

A pesar de poder lamentar abiertamente la pérdida de su hijo y reconocer que era legítimo sentirse afligida, no podía sentir otra cosa que no fuera vergüenza al volver la vista sobre su infancia y adolescencia. Se sentía avasallada con la pérdida de su adolescencia. La única conclusión a la que podía llegar acerca de si misma era que era estúpida, mala y retrasada No podía conciliar la idea de que su huída con Bill fue un juicio que hizo en base a (1) sus experiencias de vida hasta ese momento (2) y a las opciones disponibles que tenía en esa época.

Para ayudar a que pacientes como Lennie conceptualicen mejor la dificultad que tienen en identificar y considerar opciones, hemos desarrollado una herramienta de aprendizaje que llamamos “la Historia del Morado”. El terapeuta de Lennie la contó al llegar a ese punto de la terapia.

La historia del Morado. Había una vez un gran país llamado Morado. ¡Se llamaba Morado porque todo ahí era de hecho, morado! El pasto era morado oscuro, el cielo tenía un morado rosado, las vacas eran morado pálido con manchas color malva, y los tres soles y trece lunas eran morados. El agua era morada pálida, y la comida tenía sombras moradas que oscilaban desde el color lavanda hasta ciruela. Incluso la gente tenía distintos tonos de morado. Todo era morado. ¡En este país, no sólo no existían otros colores, sino que nadie sabía que otros existiesen!

¿Crees que en ese país – donde todo es tan morado como pudiera serlo – que algún día, una joven persona morada se levantaría de su cama morada, con su ropa morada y mientras estuviera cepillándose su morado cabello, se mirase en el espejo y decretara, “creo que me sienta mejor el verde”? (en ese momento la mayoría de los pacientes “lo entienden”, y provocas algunas risas).

La respuesta es ¡Por supuesto que no! El verde no es una opción.

De vuelta a Lennie. Finalmente Lennie fue capaz de entender la dinámica que operaba en su familia encubiertamente narcisista. Sus padres fueron forzados al matrimonio por un embarazo no deseado. No había intimidad en esta familia, no se hablaba de los sentimientos, y no había cabida a la individualidad de ningún tipo. En casa, la atmósfera era tan tensa, tan espesa con sentimientos no expresados y resentimientos, que Lennie recuerda siempre estar deseando no estar ahí. No podía esperar a irse de casa.

En esta familia narcisista, el papel de los niños era no formar revueltas y cumplir las expectativas de los padres. Los padres estaban empeñados a que sus hijos “tuvieran una mejor vida que la suya” pero en la práctica estaban resentidos con ellos; ambos padres eran mártires de su familia por elección propia. Los hijos tenían un número de oportunidades a su alcance, pero las hijas sólo tenían dos: (1) graduarse para ingresar a la universidad local, vivir en casa y dedicarse a las labores caseras; o (2) terminar sus estudios obligatorios, casarse, ir a vivir al hogar del marido y dedicarse a las labores caseras.

En ejercicios de interpretación de roles con Lennie, su terapeuta exploró la clase de conversación que otra adolescente hubiera podido tener con sus padres. Estas incluían exploración de opciones tales cómo encontrar un trabajo, encontrar un amigo con quien compartir un piso y los gastos, o simplemente hablar de sus sentimientos ambivalentes acerca de su ingreso a la universidad local. Lennie cayó en la cuenta que ninguna de estas opciones estuvieron a su alcance. Su situación era la de una muchacha brillante y creativa, atrapada en una horrible escuela, en un barrio sin salida y que no podía imaginarse otros cuatro años más de clases aburridas y ser la sirvienta de su padre y hermanos. Así, la opción número uno (la universidad) estaba descartada; eso la dejó con la opción número dos (un hombre).

Lennie fue capaz de ver que en realidad había estado tratando, salvo algunos detalles, de cumplir con las expectativas de sus padres al abandonar la casa versus huir con Bill. Se quedó impactada al darse cuenta que este acto – el cual siempre consideró como prueba incontrovertible de su estupidez y maldad – se realizó utilizando una puerta trasera para cumplir con las obligaciones de sus padres y cubrir sus necesidades. Si hubiese tenido la opción de “irse de casa, obtener un trabajo, compartir un piso con un par de chicas, tal vez apuntarse a cursos nocturnos universitarios”, lo hubiera hecho.

Como Lennie mencionó al final de la sesión de la “Historia del Morado”: “¡Nunca entendí porqué había huido con él! Nunca fui una niña rebelde. Siempre fui tratada como tal, pero nunca lo fui. Nunca hice nada malo. ¡En realidad era una buena chica! (entonces llora). Sabía que no era amor, y estaba tan asustada. Cuando me dio el ultimátum, “ahora o nunca”, sabía que era descabellado. Estaba a un mes de graduarme. Pero pensé que tenía que hacerlo. Sabía que no podía ir a esa universidad tan aburrida. ¡Y los chicos que conocía….uf! Eran inmaduros y aburridos. No sé. Parecía que…no había otra opción para escapar…salvo Bill. ¡Dios mío, si me lo hubiera pensado…ser capaz de tener un empleo y un piso, hubiera atrapado la oportunidad al vuelo! Era tan estúpida…no, no fui estúpida. Usted tiene razón. Nunca reflexioné porque no figuraba como opción. No en mi familia. Dios mío, no era tan estúpida. Simplemente no era una opción.

Conclusión

Los pacientes responden bien ante la premisa que la toma de decisión o plano a largo plazo, aplazamiento de la gratificación, terminación de proyecto – o como quiera llamarlo - es una habilidad que se aprende. En este contexto usamos un enfoque sin prejuicios y libre de culpa. No es que sus padres hayan sido necesariamente malos, sino que fueron incapaces de enseñar habilidades importantes en esta área; no estamos hablando de un fracaso moral sino de un déficit educacional.

La mayoría de los pacientes se identifican con esto. No es demasiado espantoso; después de todo, todos tenemos deficiencias en algunas áreas. Uno de los autores de este libro tiene falta de ortografía abominable, pero afortunadamente, tiene un procesador de palabras que puede corregirla. La otra no puede entender cómo funciona la electricidad (“¿quieres decir que no es magia?”) pero puede contratar a un electricista.

Sin embargo, existen algunas habilidades que necesitamos aprender para tener una vida productiva. Completar las tareas (y la habilidad que implica el aplazamiento de la gratificación) es una de ellas. Al paciente le decimos, “Usted no aprendió en aquel entonces, pero ahora puede. Ahora usted es un adulto y tiene elecciones y opciones”. Enfatizamos que tomar buenas decisiones involucra buscar todas las alternativas posibles en cualquier situación, y luego tomar la decisión basándose en la mejor opción para uno mismo. Es necesario tener metas (dónde quiero estar) y luego ser capaz de medir estas opciones de acuerdo a las metas (¿acaso me ayudará esto a acercarme más a donde quiero estar?). Si la respuesta es sí, probablemente esa sea la mejor opción en ese momento.

En terapia, subrayamos que siempre hay riesgos con la toma de decisiones. Se pueden cometer errores. De hecho, aprendemos mucho más de nuestros errores que de nuestros éxitos, así que en realidad son experiencias de aprendizaje disfrazadas. Mientras que esto puede sonar un poco a Mary Poppins, no por eso es menos cierto. No correr ningún riesgo, sin embargo, es quedarse estático, atascarse. Por supuesto, ese es el mayor error y el dolor que eso provoca es lo que suele atraer a la gente a terapia.

Cuando se les puede mostrar a los pacientes la relación entre lo que ellos experimentaban de niños y lo que están haciendo y sintiendo ahora, son capaces de sentirse menos deficientes. Pueden admitir la posibilidad de cambio. Se les puede dar herramientas para cambiar y motivarlos a tomar la responsabilidad para que el cambio suceda.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Crecí en una familia narcisista. Sabía lo que tenía que hacer para mantener a mi madre contenta, y aprendí a ser capaz de percibir lo que los demás desean para complacerlos. Ahora estoy en proceso de divorcio, y como en mi familia, aprendí a darle a mi ex marido lo que necesitaba. No hacía falta que él me lo dijese, yo ya lo sabía. Soy capaz de percibir perfectamente lo que los demás quieren, como el olfato de un perro, cecí aprendiendolo. Ahora quiero tambier aprender otra forma de relacionarme conmigo y con los demás. Quiero aprender a darme a mí lo que realmente deseo. Aunque aún tengo que descubrir cuáles son esos deseos, y no confundirlos con los de los demás.
Saludos y muchas gracias por la página

Anónimo dijo...

El artículo me parece muy interesante porque hace especial hincapié en que somos "recuperables". Generalmente lo más complicado es darse cuenta de que lo que hemos vivido desde niños no es lo más saludable emocionalmente, y tampoco es fácil darse cuenta de que los comportamientos que aprendimos entonces tienen relación con las carencias que vivimos hoy.

Enhorabuena por su página y los interesantísimos artículos que publican y comentan. Muchas gracias, en verdad son una ayuda.

Anónimo dijo...

Después de mas de un año de no verme con el psicópata narciso (yo lo deje), esta mañana me llama por teléfono y me pregunta,'Que te parecería que viniera a pasar unos días contigo?-le respondo que 'no',no quiero ponerme mas nerviosa con su visita, estoy con otras cosas y su visita no me ayudaría en nada. Se ha ofendido! El cree que me haría bien encontrarnos,dice. No, repito, y no discuto porque han sido años de discutir inútilmente. después de tantos años con esa relación maligna para mi, de decirle mil veces lo que me molestaba VA EL TIPO, Y ME LLAMA COMO SI NADA. Lo que mas me ha molestado de esa pequeña conversación es que por dentro de mi, sentí que pudiera hacerle daño al decirle que no quiero verlo. Cuando en realidad se porque quiere verme,'el QUE' quiere conseguir; me sigue doliendo decir no, PERO ME ALEGRA HABERLO ECHO. No se si alguna victima de familia narcisista,puede llegar a no sufrir remordimientos INFUNDADOS algún día...espero que si.De momento estoy contenta de como respondí hoy. este blog me anima a seguir ahuyentando vampiros

Anónimo dijo...

soy la anónima del 12-3-2011. El psicópata me ha vuelto a llamar; Empezó gritándome 'no se que...' aparte el teléfono. Luego dije, ¿ya esta, has terminado de decirme todo?pues vamos a seguir haciendo cosas, cada uno lo que hacia.
Me ha afectado, me saca de quicio. Así que eso de CONTACTO CERO debe ser la única solución.

Anónimo dijo...

PUES SI, LA ÚNICA SOLUCIÓN ES ESA, CONTACTO CERO.......CON EL TIEMPO VES QUE POCO A POCO DE TUS CENIZAS COMO AVE FÉNIX VUELVES A RESURGIR Y CADA DÍA QUE PASA SIN NINGÚN TIPO DE CONTACTO TE HACES MÁS FUERTE, Y CUANDO PASA EL TIEMPO SUFICIENTE PARA RECUPERAR TU FORTALEZA, TU VALENTÍA, TU AUTOESTIMA, TU VALÍA, TU SEGURIDAD EN TÍ MISMA, ETC....CUANDO TE LO VUELVES A ENCONTRAR LO MIRAS DE FRENTE SIN BAJAR LA MIRADA, LO ENFRENTAS SIN AFECTARTE LO MÁS MÍNIMO LO QUE TE PUEDA DECIR, Y ÉL MISMO PERCIBE QUE ANTE ÉL ERES INVENCIBLE, Y QUE LO QUE HAGA O DIGA NO TE AFECTA EN NADA, QUE NO PUEDE CONTIGO, QUE SU ACTITUD ANTE TÍ ES RIDÍCULA E INSIGNIFICANTE, Y ES ENTONCES CUANDO LE TOCA BAJAR LA MIRADA Y BUSCAR EN OTRO SITIO OTRA VÍCTIMA, YA QUE TÚ A PARTIR DE AHORA PUEDES SER SU VERDUGO. Y TODO ESO SE CONSIGUE CON EL CONTACTO CERO!!!!!

Anónimo dijo...

GRACIAS POR TODA LA IMFORMACION QUE DIFUNDEN, TRABAJO CON UN PSICOPATA CASI DURANTE TRES AÑOS Y NO SE PUEDEN IMAGINAR LA MAGNITUD DEL DAÑO QUE PERMITI QUE ME CAUSARAN, LLEGUE A CREER QUE ERA LA PEOR PERSONA DE ESTE MUNDO. NO HE PODIDO CONSEGUIR EL CONTACTO CERO PERO YA ENCONTRE UNA LUZ PARA COMENZAR CON MI CAMBIO.. GRACIAS A USTEDES...